CRISTO ESTÁ VIVO EN LOS JÓVENES DE HERENCIA.

Comenzaba la celebración con una preciosa estampa: los jóvenes voluntarios portando la Cruz de su Señor y las pancartas que recordaban las diferentes Jornadas Mundiales de la Juventud desde 1984. Ascendían al altar, y conforme se acercaban, su Madre, su Virgen de la Inmaculada, los estaba esperando. Ella los acogió con los brazos abiertos, y en el corazón de cada uno de ellos latía esa esperanza, en cada flor que depositaron a sus pies, había un mensaje, un mensaje de amor y de ilusión, que estoy seguro que en cada joven era el de ¡Gracias, Mamá!

La octava novena de nuestra Patrona, fue celebrada por don Vicente, natural de Membrilla. Los encargados de preparar esta novena fueron los voluntarios de la JMJ. Sin lugar a duda, el momento central fue sin duda alguna la imposición de las pañoletas, esos pequeños signos que implican una respuesta firme, una respuesta responsable, tanto como lo ha sido cada uno de los jóvenes que se ha atrevido a unirse a sus compañeros. En conmemoración a nuestra Patrona la Inmaculada Concepción, el voluntariado de Herencia viste sus colores: camisa blanca y pañoleta azul.
Como símbolo de ofrenda los jóvenes ofrecieron y clavel a su madre, entregando con el sus deseos, sus esperanzas, sus preocupaciones, sentimientos que la virgen recogió en su corazón. A continuación los jóvenes cantaron el Aleluya al Señor, el Aleluya de la Tierra que una joven llamada Saray quiso brindar a nuestra Madre.

Acababa la celebración con una grata sorpresa, y frente a tantos y tantos que intentan hacernos callar, nosotros aplaudimos al Papa, a su imagen, y a la Patrona de este pueblo, que hace que nuestras vidas tengan sentido por su Hijo e intenta hacernos cada día un poquito más felices entregándonos a los demás.
Y esta es la Juventud del Papa, así aman a Cristo, a su Madre y a su Iglesia. Así acogen a Benedicto, con un ¡Ésta es tu casa!, así late su corazón con latidos de alegría y motores alimentados con esa gasolina imprescindible para que siga funcionando. Esa gasolina se llama María, una gasolina limpia, pura, sin mancha,... es nuestra Madre Inmaculada.

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